Esta es una carta abierta al sector escrita por Jaume Monserrat, presidente de Turistec.
Nos enfrentamos a una situación muy grave donde, a la incertidumbre que cualquier tipo de crisis genera de por sí, se añade el hecho de que no existen modelos que contemplen poder hacer frente a un escenario como el actual: un escenario de ingresos cero, en especial en servicios que son parte estructural de la generación del PIB en los países desarrollados.
Todo ello dibuja una situación con la no cabe otra opción que calificar al Covid-19 como el verdadero “Cisne Negro” de nuestra era. Nadie en sus planes de recuperación de desastres y continuidad de negocio pudo haber previsto una situación donde la actividad económica pase de 100 a 0 en tan solo unas pocas semanas. Hay quien lo advirtió. Pero claro, estábamos a otras cosas…
Las empresas tecnológicas nos enfrentamos a un doble y complejo dilema. Por una parte, no podemos asumir el escenario de cierre completo, puesto que implicaría prescindir del talento necesario para relanzar la actividad desde el minuto uno de la recuperación. Y, por otra, debemos estar al 100% a partir de ese mismo momento. Todo ello, como decía, ante un escenario de Ingreso 0 que no está contemplado en las medidas adoptadas por el Gobierno, ni a efectos de soportar costes, ni a efectos de acceso a todas las líneas de financiación.
Las estimaciones de la duración del estado de alarma son temporales y “relativamente” cortas, pero con unas implicaciones de efecto negativo multiplicador sobre la economía que algunos analistas ya evalúan, en este momento, en torno al 10% del PIB español en el 2020.
La vuelta a la normalidad será lenta, dura y prolongada, con una situación futura incierta y compleja de predecir.
En referencia al turismo, particularmente, a las citadas secuelas económicas se deberá sumar el efecto dominó producido por la incidencia progresiva en países receptores y emisores de turistas, así como otros de índole psicológica generados en la sociedad y que impactarán, con seguridad, en una reordenación de prioridades.
La consecuencia directa es que todo esto incidirá en prolongar el periodo de tiempo hasta que lleguemos de nuevo a un estado de normalidad, sea este el que sea, post recuperación.
Pensamos que el escenario realista es decir que, hoy por hoy, la temporada estival del 2020 es muy complicado que se pueda salvar. En consecuencia, no es alarmista mantener que el teatro de operaciones actual es de pura supervivencia.
Como sector estratégico, las empresas tecnológicas tenemos obligación de mantener unos mínimos que aseguren la máxima disponibilidad de los sistemas, asegurando la fluidez necesaria para el momento de la vuelta a la normalidad.
Mientras tanto, debemos cuidar la cercanía con el cliente haciéndole saber que puede contar con nosotros ahora, durante y después. Si planteamos que también nos enfrentamos al comentado escenario de ingreso 0, el párrafo anterior suena sin duda a paradoja (en el mejor de los casos), poniendo en solfa cualquier planteamiento racional de buenas prácticas.
El nivel de apalancamiento de gran parte del tejido económico en el turismo es del orden del 65% en Baleares, cifra que en el caso de las empresas de Turistec supera en mucho el 80% y llega al 100% en un número importante de ellas.
En estos momentos se requiere, por tanto, un planteamiento de máximos por parte de todos, el sector público y el sector privado, habida cuenta de cómo se están planteando las medidas de choque en el estado de alarma.
Insisto: la realidad de las empresas tecnológicas es que tenemos una gran parte de nuestro negocio apoyado en la industria turística, y que estamos en un limbo sin ingresos… pero sin poder acogernos a posibilidades legales para mitigar el coste. Me refiero tanto a los ERTES por fuerza mayor como al acceso a financiación de las líneas ICO avaladas por el Gobierno. Y que están limitadas por CNAE (Clasificación Nacional de Actividades Económicas), que nos deja fuera a la mayoría.
Reclamamos un planteamiento realista sobre un sector, que, de perder tejido productivo durante esta crisis, difícilmente podrá recuperarse a tiempo. Muchas organizaciones estarán abocadas a la desaparición, ya sea por cese de actividad, o bien víctimas de la especulación de grandes corporaciones con el capital suficiente para “engullir”, literalmente, lo que ha costado más de 30 años construir en Baleares, colocándonos como un referente del TIC Turismo en el mundo.
Debemos pensar en el futuro, por muy complicado que sea. Pero los cálculos cortoplacistas de cualquier índole repercutirán negativamente en la capacidad de las empresas de llevar a cabo sus estrategias futuras, imprescindibles para salir de este túnel lo mejor preparados posible.
España lidera hoy algunos rankings realmente tremendos, que discuten seriamente nuestra posición en el mapa mundial por no haber hecho un planteamiento de máximos, sino cálculos a corto plazo que, en mi opinión, nos han llevado a una situación absolutamente sobrepasada y que, desgraciadamente, se mide en vidas humanas.
El Covid-19 no entiende de nombres, tamaños de empresa o capacidad de generación de beneficios. Ataca de forma indiscriminada y nos iguala a todos por la base, moviendo los cimientos de nuestras más profundas creencias.
Nada volverá a ser igual después de esta crisis. El efecto emocional es complicado de imaginar. Lo que sí es seguro es que en el subconsciente de todos quedará para siempre la certeza de nuestra tremenda vulnerabilidad. Y eso es algo que, de un modo u otro, afectará a nuestros planteamientos vitales futuros.
Es el momento de confirmar el peso real de los valores y comprobar nuestra verdadera capacidad de empatía, responsabilidad, solidaridad, sufrimiento y superación, a todos los niveles: personales, profesionales, públicos y privados.
No podemos ni debemos olvidar, que más allá del tremendo cambio que se ha producido en nuestras vidas, hay personas que sufren la enfermedad, personas que mueren por la misma y personas que trabajan a pie de calle luchando con la pandemia. Les debemos nuestro, respeto, cariño y admiración y hacer todo lo posible para asegurar la vuelta a la normalidad, tarde lo que tarde y cueste lo que cueste.
Saldremos de esta situación, eso es seguro, y mientras lo hacemos, habremos aprendido muchas lecciones existenciales que nos harán más fuertes, más solidarios y conscientes de nuestra verdadera capacidad de superación.