El viajero de hoy tiene más información que nunca, ya que planeamos nuestras vacaciones de principio a fin y toda la información está al alcance de nuestros dedos.
La figura del agente de viajes es uno de los ejemplos más recurrentes cuando se habla de puestos de trabajo «asesinados» por internet. Muchos usuarios pueden pensar: «¿quién necesita un agente de viajes cuando hay decenas de webs de reserva online que permiten a los viajeros personalizar sus recorridos? ¿Y quién necesita un conserje en el hotel cuando nuestro móvil cuenta con GPS y aplicaciones capaces de encontrar restaurantes con fotos y comentarios de otros usuarios?»
Pero la realidad es que una nueva generación de empresas de viajes están apostando sus estrategias a que los viajeros más ambiciosos necesitan una experiencia más personalizada y más local que nunca.
Y no les falta razón: a principios de este año, la Sociedad Americana de Agentes de Viajes informó de que el número de personas que utilizan agentes de viajes había alcanzado un máximo en los últimos tres años, después de años de caída en el número de agencias.
Este dato puede deberse en parte a la salud de la industria en general. Los viajes y el turismo han formado una parte creciente del PIB mundial durante seis años consecutivos, según el Consejo Mundial de Viajes y Turismo, y hoy el sector representa uno de cada once puestos de trabajo en todo el mundo.
Sin embargo, la adaptación a los nuevos usos y costumbres del cliente digital implican una reconversión para los agentes de viajes. Un agente que no aporta valor sencillamente realiza transacciones a petición de un cliente, es decir, comprar un billete de avión, reservar un hotel o gestionar el alquiler de un coche.
Los consultores o asesores de viajes profesionales proporcionan orientación y asesoramiento a sus clientes, construyen relaciones, muchas de ellas relaciones de por vida, ya que ayudan a sus clientes en la planificación de su recurso más preciado, su tiempo de ocio.
Los nuevos consultores viajan por sí mismos para ofrecer experiencias de primera mano e impresiones personales de los destinos, y se lo toman muy en serio.
También se dedican a obtener certificaciones profesionales que les permitan diseñar cuidadosamente las vacaciones de cada cliente de forma específica para sus deseos e intereses.
Además, esto es evidente, la gente está ocupada. No nos molesta dedicar unos segundos a ver el último vídeo que se ha hecho viral en YouTube, pero investigar un destino turístico lleva mucho más tiempo. Busque «viajar al Caribe», por ejemplo, y puede estar sentado en su ordenador durante horas comparando todas las opciones y precios. Para el usuario puede ser abrumador. Cada vez más viajeros quieren a alguien que ordene toda esa información y elija las mejores opciones. Eso es lo que hacen los consultores de viajes.
Según afirma un artículo publicado en USA Today, los usuarios hemos pasado, en gran medida, de la diversión que proporcionaba tener a nuestro alcance todas las opciones, a un gran cansancio y confusión sobre dónde ir, dónde quedarse, preguntarse sobre la seguridad… como usuarios, nos estamos ahogando en un exceso de información.
Al mismo tiempo, somos más exigentes que nunca. Queremos experiencias personalizadas, casi elegidas en función de nuestros gustos e intereses particulares. Esto supone que muchos viajeros, incluso de las generaciones más jóvenes, vuelvan al asesoramiento personal y confíen en profesionales para realizar por ellos la investigación, la comparación, la sugerencia del lugar correcto, el momento adecuado, el precio correcto, y todos los otros detalles que implica el viaje perfecto.
Artículos de referencia en Tulsa World, Chase, Travel Pulse y USA Today.