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Louise Koefoed, UpperEat: somos el primer ‘banco de mesas corporativas’

Louise Koefoed, UpperEat: somos el primer ‘banco de mesas corporativas’

Continuamos con esta serie de entrevistas que realizamos a mujeres del sector traveltech y emprendedor, principalmente, que creemos que pueden aportar, además de su experiencia (de incalculable valor), una visibilidad única para seguir “rompiendo” barreras, “techos de cristal”, y servir de inspiración, de motivación, para que otras mujeres no abandonen ni sus aspiraciones profesionales ni sus proyectos emprendedores.

En esta ocasión hablamos con Louise Koefoed, quien ha trabajado desde muy joven en países como Estados Unidos, Irlanda o Dinamarca. Su primera experiencia en España y en el sector turístico tuvo lugar en Keytel, del Grupo Hotusa, en la que se dedicó varios años a la expansión hotelera tanto en España como en otros países. Continuó su “carrera de la experiencia” trabajando para Resto-in, donde fue City Manager de Madrid, contratando restaurantes (como el primer Estrella Michelín a domicilio o el Grupo VIPS), y potenciando el desarrollo de este negocio en la capital de España.

Más tarde continúa su trayectoria profesional en Axor Hoteles, captando empresas, agencias de viajes y tour operadores para los hoteles. En 2017 decidió comenzar su propio proyecto, fresco, original y único en el mercado: Cosquillas Gastronómicas (actualmente “Executive Restaurants of the World”) y UpperEat.

¿Nos puedes explicar más acerca de tu último proyecto?

Mi proyecto es un conjunto de las tres experiencias más importantes que he tenido. Me encantaba viajar por el mundo y contratar hoteles, ahora contratamos restaurantes. Me encantaba aportar innovación al sector gastronómico (por aquel entonces Resto-in fue la primera marca de servicio a domicilio de alta calidad) y ahora la aportamos también, siendo la primera marca comercializadora de restaurantes, además de la primera plataforma B2B del mercado. Y me encantaba contratar empresas y AAVV para los hoteles, ahora hacemos lo mismo, pero para los restaurantes.

Creo que somos la pieza clave que faltaba entre restaurantes y empresas y eso me llena de alegría. Además, a día de hoy estamos siendo acelerados por Lanzadera de Juan Roig y por Culinary Action! (Basque Culinary Center), y fuimos finalistas en 2020 en la Segunda Competición Mundial de Turismo Gastronómico de la UNWTO representando a España.

En concreto, Cosquillas Gastronómicas fue la primera marca consolidadora y comercializadora de restaurantes independientes de alta calidad en empresas. Supuso, en un inicio, la llave para conseguir que las empresas nos abrieran sus puertas: ¿Quién no querría saber qué eran esas “Cosquillas”?

El proyecto fue tan bien, incrementando las ventas de los restaurantes que formaban parte de la misma y dando la mejor calidad a los clientes de empresa, que necesitamos crear la tecnología que conectase a todos ellos internamente con las empresas.

Así nació UpperEat, que podríamos definir como “el primer banco de mesas corporativas”, al cual están conectadas todas aquellas empresas que tienen comidas y cenas de negocios de alta dirección. Para las empresas, UpperEat se convierte en su proveedor único de restaurantes de alta calidad mediante el cual canalizar todas sus comidas y cenas, creando así un ahorro en costes, tiempo y posibilidad de deducir el IVA a través de la facturación centralizada. Convirtiéndose en una Experiencia 360º bajo la premisa de calidad en todos los sentidos.

A día de hoy, el proyecto representa restaurantes (Urrechu, Café Comercial, Krápula, Puertalsol, Tatel, La Ancha, Lienzo, Saltxipi…) en diferentes ciudades y sus “Cosquillas Gastronómicas” necesitaban internacionalizarse para atraer al cliente de negocios extranjero, por lo que decidió llamarlo “Executive Restaurants of the World”. Así, todos los restaurantes que los clientes corporativos pueden reservar en UpperEat, tienen que cumplir unos requisitos mínimos para pertenecer a Executive Restaurants of the World y, por lo tanto, ser comercializados a través de su plataforma digital UpperEat.

¿Qué relación tienes con el mundo del emprendimiento? ¿En qué momento decides convertirte en emprendedora?

Lo he vivido desde muy pequeña en casa. Oír vendiendo a mi madre por teléfono o asistir con ella a hacer estudios de mercado,…. Digo yo que al final “de tal palo tal astilla”, ¿no?

Pero no creo que sea algo que decidas así como así. Primero creo que es importante vivir experiencias y trabajar para los sueños de otros, para saber qué despierta tu “llama interna” para tus propios sueños. Además, es importante conocerte, cometer errores, ganar experiencia y saber lo que quieres hacer.

Después de estos años, ahora entiendo que en el fondo siempre lo supe, porque ahí donde trabajaba, aportaba nuevas ideas, encontraba nuevas vías de negocio o hacía algo diferente del resto de la gente. Hasta que tuve “la idea” que hizo que me lanzase del todo.

¿Cuáles son los principales retos que has afrontado como mujer emprendedora?

Primero, estar sola es un gran reto. Tienes que tener una energía y fuerza internas que quizás no todo el mundo tiene. Esa fuerza que te sigue levantando después de un mal día está motivada por tu sueño. Si no es lo suficientemente grande, es fácil caer.

Ahora, con equipo y compañeros, es diferente, porque tienes manos que reman en tu mismo sentido, aunque entiendes que, como en la vida, siempre estarás sola, porque nadie nunca va a ser ni pensar igual que tú.

Segundo, aunque me cueste aceptarlo porque no soy de extremos, nuestro sector en general está protagonizado por hombres, y eso juega a veces a tu favor y a veces en tu contra. El ego puede llegar a ser un gran enemigo.

Tercero, la inversión. También de hombres (me alegra ver que cada vez menos) y, he de decir, siendo pura en desarrollo de negocio y ventas, es una forma de pensar que funciona diferente, y eso es difícil de aceptar a veces, sobre todo cuando eres “solo founder”. No suele gustar, no suele atraer, pero ¿sabéis que os digo?

Que os tiene que dar igual, porque al final el que confía, confía en ti. Que las apariencias y mitos de “mínimo hay que ser 3 personas fundadoras”, “tienes que haber facturado 10K”, “tienes que tener un MRR de X” o “no puedes tener la tecnología externalizada”, que vengan y nos vean. No hay una clave para el éxito, ni tampoco una receta más que la de trabajar duro.

Así que salid a vender. Comprobad que vuestro modelo es un éxito, solos o acompañados, lo demás ya vendrá. Yo admiro a los grandes empresarios. Hay muchos del sector turístico que comenzaron solos y llegaron muy lejos. Esos son los ejemplos que a mí me motivan.

Y cuarto, que no se me olvide, la pandemia. Eso sí que ha sido un reto: aguantar y demostrar (a los demás y a mí misma) que sigo confiando en el proyecto, aún incluso con un mazazo tan grande como el que hemos pasado.

Por tu experiencia y vivencias personales, ¿has notado la existencia del «techo de cristal»?

Yo no lo he notado. Quizás porque no me he centrado en los “noes”. A mí nada ni nadie ha conseguido “cortarme las alas”, aunque lo intentase. Recuerdo una experiencia, no diré nombres. Era un directivo hotelero y yo había dejado uno de mis trabajos, me había mudado expresamente a una ciudad a vivir para poder trabajar allí.

Recuerdo que solo tuve 20 días para “demostrar mi valía” (lógicamente, no era eso lo que me habían prometido, sino ni me habría mudado…). Y un día encontré mi carta de despido en la mesa. El directivo que me había traído ni siquiera fue capaz de dar la cara y avisarme. Por lo que fui yo a preguntar el motivo. ¿Sabéis lo que me contestó?

Que nunca sería capaz de trabajar para un hotel. Pero no lo llamo “techo de cristal”, lo justifico más bien porque imagino y puedo llegar a entender que aquel directivo soportaba quizás más presión de la que yo podía conocer. ¿Y me iba a rendir? Por supuesto que no.

Un mes después comencé en Axor Hoteles y hasta mis jefes decidieron llamarme “Aura Manager”, por la alegría que desprendía y lo que me gustaba mi trabajo. Nunca lo olvidaré. Me quedo con eso. Lo demás fue una experiencia que todos tenemos que vivir y hoy día quizás ni estaría aquí… Todo pasa por algo.

¿Qué consejos le darías a esas mujeres que se están planteando emprender para que se decidan a desarrollar sus propios proyectos?

Que, tanto si de verdad es su sueño como si luego averiguan que no lo es, lo comprueben más temprano que tarde.

Porque cuanto antes verifiques que es tu camino y que hay posibilidad de negocio, antes podrás dedicarte en cuerpo y alma a tu sueño. Tener una empresa es como estar enamorado que, por cierto, dicen que es algo malo, para mí es todo lo contrario.

No habría aguantado carros y carretas si no me gustase mi trabajo. Lo único que puede salir mal es que no avance y, entonces, a las malas, siempre queda volver a trabajar para otros, ¿no? A pesar de que siempre hay mil ideas que llevar a cabo.

A lo largo de tu carrera profesional, ¿de qué logros te sientes más orgullosa?

Tener la suerte de saber a lo que te quieres dedicar toda tu vida hoy día es un lujo. Y encima, si lo haces bien, ya es dar en el clavo.

Quizás una de las cosas de las que más orgullosa estoy es de haber tenido 20 años en su momento y tener la oportunidad de sentarme con dueños de hoteles, convencerles y venderles. A día de hoy siento que fui una máquina. Volvía de cada viaje con 3 o 4 contratos firmados bajo el brazo de la primera visita.

Eso era porque me encantaba, porque siempre creí en las empresas en las que trabajé e incluso las hice mías. Yo sentía que era una parte muy importante de la misma y, tuve unos jefes maravillosos siempre que me hacían sentir así.

Pero de lo que más orgullosa estoy, por encima de todo, es de haber llegado hasta aquí. Haberme inventado mi propio trabajo, haber creado algo innovador y haber aguantado y confiado en mí misma. Siento que estamos dejando huella de algún modo y eso es lo que me llena de alegría. “Ser los primeros” hoy día no es fácil, sobre todo porque abres un camino lleno de rosas, en el que constantemente te pinchas para apartarlas y seguir adelante.

Siempre he dicho que tenemos dos huertos que cuidar: uno de flores, nuestros restaurantes; y uno de semillas, nuestras empresas. Ambas hay que regarlas. Las flores que ya han florecido y las semillas que son ya pequeños árboles, son las que nos motivan a seguir adelante, después de todo, los clientes que confían en ti son los que te dan alas para seguir.

Dijo un día Mahatma Gandhi: “Cuando hay una tormenta, los pajaritos se esconden, pero las águilas vuelan más alto”.

Queridas compañeras emprendedoras, sed águilas y volad alto, sólo así podréis ver vuestra propia imagen de lejos “the big picture”.

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