Casi dos años después de que se detectara por primera vez el COVID-19, el sector de la hostelería aún no se ha recuperado del todo.
Las tasas de ocupación hotelera y el interés por viajar han fluctuado de una temporada a otra y de un país a otro, todo ello afectado por la normativa gubernamental, la disponibilidad de vacunas y la confianza de los consumidores.
Aunque no están en los niveles de 2019, la buena noticia es que todas las regiones han experimentado un crecimiento positivo este año. Según los datos de Demand360 de Amadeus, la ocupación hotelera mundial alcanzó un máximo del 60% en julio de 2021, casi duplicando el rendimiento de 2020 para el mismo mes.
Tras un fuerte verano, las reservas se mantienen estables de cara al otoño en muchas regiones, con Europa y China viendo un aumento de la demanda en septiembre.
Puede que haya sido un proceso normal trazar estrategias comerciales con carácter anual, pero la pandemia está cambiando demasiado la dinámica de los viajes como para que cualquier decisión siga siendo relevante a largo plazo.
Si se evalúan periódicamente los indicadores clave del mercado (como el tiempo de espera de las reservas y los canales preferidos), los hoteleros podrán entender cuándo y cómo comunicarse con los huéspedes de forma que se fomente la fidelidad a largo plazo.
Las reservas directas se dispararon durante el punto álgido de la pandemia el año pasado, ya que los viajeros buscaban más información directamente del establecimiento, desde los servicios disponibles hasta los protocolos de desinfección.
Ahora, a medida que los viajes se reconstruyen en muchos mercados y se recupera la confianza de los consumidores, las reservas vuelven a dirigirse a otros canales como el canal directo, las OTAs y los GDSs.
Por otra parte, a medida que vuelven los viajes, también lo hace la necesidad de mejorar la eficiencia operativa, ya que las expectativas y prioridades de los huéspedes han cambiado.
Se espera que los hoteles de todo el mundo ofrezcan un entorno limpio y esterilizado con un alto nivel de servicio. Pero esto no siempre es fácil en regiones donde la escasez de mano de obra ha afectado al sector hotelero.
A medida que aumente la ocupación, los hoteleros tendrán que encontrar formas creativas de satisfacer las peticiones de los clientes sin que los largos tiempos de espera afecten a sus resultados de satisfacción.
Una forma de hacerlo podría ser introducir programas de limpieza automática para evitar los problemas de personal y la limpieza diaria de las habitaciones. El 20% de los hoteleros de todo el mundo que han implantado esta medida dicen que piensan mantenerla a largo plazo.
Además, los materiales de venta pueden actualizarse con los protocolos de COVID-19 para destacar las medidas de seguridad de los asistentes y la inversión en nuevas tecnologías apoyará la capacidad de organizar eventos socialmente distanciados e híbridos para captar ingresos a corto plazo hasta que vuelvan los grandes eventos.
Aunque siguen existiendo muchos retos cotidianos para los hoteleros, la buena noticia es que el sector avanza con paso firme en su recuperación.
La opinión de los hoteleros de todo el mundo lo refleja, ya que el 53% de los encuestados espera que los niveles de ocupación anteriores a la pandemia vuelvan en 2022.
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