El coronavirus o Covid-19 se ha convertido en la primera infodemia de repercusión catastrófica. Las redes sociales se han transformado en una lanzadera de información y desinformación en todo el mundo, que han circulado a unas velocidades sin precedentes, alimentando el pánico, el racismo… y perjudicando gravemente al turismo.
—No existen motivos de preocupación —dijo Maria Luisa Carcedo, ministra de sanidad —. Recomendamos seguir adelante con la celebración del Mobile World Congress en Barcelona.
Pero no, esta fue la primera vez que no hicimos caso a “nuestro médico”. Pudo el pánico generado a través de la cantidad de desinformación que circula por las redes sociales sobre la evolución del Covid-19, y esta ya ha supuesto la cancelación del Mobile World Congress, el evento que iba a proporcionar al turismo MICE de la ciudad de Barcelona unos ingresos de 477 millones de euros.
Ni el primero ni el último.
No, este no será ni el primer ni el último brote vírico al que nos enfrentaremos. Además, el futuro también nos depara otros sucesos como ataques terroristas, desgracias naturales y otros, que se convertirán en carne de asado para un creciente apetito de sensacionalismo que proporcionen más ckickbaits por parte de algunos medios de comunicación, o incluso estrategias políticas que aprovechan estas circunstancias en su propio beneficio. Algo que siempre ha existido y desgraciadamente existirá.
De hecho, tras la cancelación del Mobile, otros más de 100 próximos grandes eventos comienzan a pender de un hilo. Y no solo eventos, Suiza, por ejemplo, acaba de paralizar la instalación de sus antenas 5G debido a la histeria de parte de su población.
Parece que se abrió la veda.
Redes Sociales, el fósforo de la infodemia
Facebook ha estado trabajando estos últimos días a contrarreloj intentando eliminar publicaciones de dudosos consejos sobre salud. Tencent, el propietario de WeChat, ha utilizado su plataforma de verificación para intentar frenar los falsos rumores del coronavirus que circulan por su plataforma. Pero la gran avalancha de contenido y desinformación ha vencido todos los esfuerzos coordinados para eliminar todo ese ruido.
Memes racistas y difamaciones han proliferado en TikTok y Facebook. Algunos adolescentes incluso han simulado un diagnóstico de coronavirus para ganar más influencia en las redes sociales.
Esta toxicidad en línea también se ha extrapolado a las interacciones entre personas. Los asiáticos se han enfrentado abiertamente al racismo y el acoso, los barrios y restaurantes chinos han visto perjudicados seriamente sus negocios. Justo ayer escuchaba en la radio el relato del portavoz de la comunidad de wuhanenses afincados en Manchester, ciudad hermanada con Wuham, como un pequeño grupo de estudiantes increpaban a su hija de 10 años con mensajes amenazadores y recriminaciones para que no saliera de su casa.
Y ahora, ¿qué?
Esta situación ha de ser un punto de inflexión para replantear nuestro futuro, nuestras estrategias en cuanto a turismo se refiere. Hemos visto cómo las grandes plataformas sociales han sucumbido a la desinformación y no han podido frenar una histeria global basada en el miedo emocional y poco racional.
Aprendamos de los errores y estemos preparados/as para una segunda, tercera y cuarta oleada. Hemos de trabajar un un plan de acción ante una crisis de desinformación, basado en el conocimiento y la correcta información. Al final es una cuestión de combatir el miedo a lo desconocido y esto solo se podrá conseguir con una buena explicación.
Y reflexiona sobre qué está siendo más letal, el coronavirus o el pánico global.